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Los animales

Hace algunos años, fue mi buena fortuna conocer al anciano de una tribu, en  una isla no muy lejos de Vancouver, su nombre era Jimmy Smith.  Él me compartió una historia, que se cuenta entre su pueblo, que se hacen llamar los Kwicksutaineuk. Érase una vez, me dijo, todos los animales de la tierra eran uno, aunque se veían diferentes en el exterior, dentro, todos eran el mismo. De vez en cuando se juntaban en una cueva secreta, en lo más profundo del bosque para celebrar su unidad. Cuando llegaban todos se despojaban de su piel, los cuervos se quitaban sus plumas, los osos su pelaje y el salmón sus escamas, y entonces danzaban. Pero un día un humano entro a la cueva y se rió de lo que vio, porque no pudo entender. Avergonzados, los animales huyeron y esa fue la última vez que se les vio de esa forma.

Esta antigua sabiduría, de que detrás de sus identidades separadas todos los animales son uno, ha sido una fuerte inspiración para mí. Me gustaría ir más allá del pelaje, las plumas y las escamas, quiero llegar debajo de la piel. Sin importar si estoy de frente a un gigante elefante o de una pequeña rana arborícola, mi meta es conectarnos con ellos, ojo con ojo. Si se preguntan si alguna vez también fotografío personas, claro, las personas siempre están presentes en mis fotos. No importa si aparecen en la forma de tortugas, o pumas o leones, solo hay que aprender a ver debajo del disfraz.

 

Como animales bendecidos con el poder del pensamiento racional, podemos maravillarnos de la complejidad de la vida. Como ciudadanos de un planeta en problemas, es nuestra responsabilidad moral, enfrentarnos a la dramática pérdida de la biodiversidad. Pero como humanos con corazón todos podemos regocijarnos en la unidad de la vida y quizás podamos cambiar lo que sucedió una vez en esa cueva sagrada.

Encontremos una forma de unirnos a la danza.

                                                                            Debajo de la piel / Frans Lanting

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